jueves, 29 de diciembre de 2011

Enigma y Simulacros. Sobre el devenir trágico de la escritura literaria



"Tiempo destruye a tiempo, voz a voz, hombre a hombre.
Sueño destruye a sueño. Otro es el mío ahora".


Pere Gimferrer


Querido Vicente:


Tiene la vida sus propios mecanismos compensatorios, como el día su luz y su noche. Ayer recibí una mala noticia, escribí una entrada llevada por la animosidad y cierta vehemencia que no suele caracterizarme. Ocurrió que alguien a quien quiero mucho, válida por sí misma, sí, pero merecedora de una vida plena, también, la suerte y esas cosas, sufrió uno de los aletazos de la injusticia. El moho que no le toca. 
Ha iniciado un nuevo camino, alguien la hace feliz. Entonces, a él en el arco de la ley lo dejan fuera. Un padre sin sus hijos. Un buen padre, pero de eso ya hablé mucho y no muy bien.
Me enfadé por él, por ella, por ser mujer. Me hirvió el corazón. Fui azúcar en punto. Esta mañana comprobé que mi amiga y su amor han resuelto, han pactado, han aceptado e inician un nuevo proceso en la batalla, de la mano y con fuerza. Vale. El post no lo quito, una también tiene su lado oscuro. Narices. Fin del capítulo: fortuna estará con los audaces y mi salmonetina rubia y su chico serán recompensados. Seguro. Y tendré la suerte de que seguirán formando parte de mi paisaje 2012. 
Eso sucedió ayer, interior mañana. Exterior tarde fui a ver a uno de mis favoritos, mi Chemina, nada me gusta más que bajo la lluvia y con los cascos en formato macarra pasear la playa vacía rumbo a comprar libros. Entro, saludo a JL, husmeo, comentamos, escucho música Paradiso... ayer, encima, había bola extra. Un texto que anhelaba, zaca, punzada en piel. 
Aquí lo tienes, Vallverdú.
Y fui todo lo feliz que triste había sido horas antes con la noticia de M., su compañero y el fallo de la jueza. Lo dicho, la vida como balanza. El ritmo del carrusel.
162 páginas de reflexión y belleza. Orestes, Nietzsche, Gracq, Jünger, Runciman, Sade, Kafka, Blanchot, Améry (Sebald, Calasso y Canetti en sombra)...; un puñado de nombres que sostienen, como emblema, el amor a la literatura. Por sí ya bastaría como anzuelo. Pues bien, solo es el principio. Eurídice para Orfeo: lo escrito que perdurará en lo privado del exegeta como ofrenda al público lector. No es un libro fácil. No lo es. No se acerquen a butacas cómodas de ficciones dulces. Quien agarre esta lectura será quien haya llegado al final de El árbol de la vida "leyendo" una teosofía y no un Brad Pitt peroquémehashechomelargodelcine. Por ejemplo: nadie prometió que lo hermoso fuera fácil.
Nada de amabilidad, de concesiones, de compasión; el descenso será al infierno del ser humano, a lo oscuro de la naturaleza, a los puentes hacia el lugar donde acaso nunca debimos de ser invitados. Se sufre y te enamora. Lo uno no sin lo otro, dos caras de un proceso de vida. El envoltorio: toda una confesión apasionada de uso del lenguaje. Estilo, delicadeza, preciosismo. En la lectura declinante, los tiempos serán rápidos, la riqueza extrema, las sombras muchas. Hay un juego de espejos. Hay una exigencia máxima. Hay un río de referencias que solo un poeta culturalista, de haber nacido en el dónde y en el cuándo no digo yo que no hubiese figurado nuestro ora poeta ora estudioso entre los Novísimos, podría diseñar en párrafos que huelen a ensayo leído en la vieja Viena, a noches insomnes del filósofo prusiano, al explorador encendido porque en su búsqueda, a pleno desierto, no lo asisten los mapas. 
Carne oscura. Pan negro. Absenta y sangre.
Bajo el armiño, releo. Asciende y me gusta. Un poco más que la anterior vez. 
Enigmas y simulacros.
No quiero hacer una entrada sesuda, con él solo cabe el champán y las ostras; un buen caviar en el salón, la elegancia del diplomático, el savoir faire de a quien le nace la clase, a mí me deja la sombrilla. Algo más laborioso lo haremos después. Ahora suena el arrebato.
En la mitología de lo nuestro, solo quiero dejar constancia de que fui una niña abriendo el libro, desenvolviendo el artefacto, recibiendo la luz de Alcides. Fui feliz. Ahora me relamo, releyendo todo y tanto. La condición humana, la grieta y la herida. 
El sol entra y yo me tiro en el sofá con el don entre mis manos. Estoy de enhorabuena con tu ensayo. Debes creerme, a pesar de mi comportamiento incestuoso, es una joya. 
Siempre estaremos solos, ex ovo y hasta el fin. Tú lo dices y yo asiento.
El tambor percute. Mañana estaremos muertos. Ergo voy a disfrutar de tu libro, amigo. Y las hebras de lo dicho, sentido, vivido flotan. Te quedarás, entre los míos, hasta la hora quieta. 
Qué bien. Tu libro es un regalo. Alimento y luminaria. 
Te dejo, mon chére, pues voy a disfrutarlo.


[DUQUE V. (2011), Enigma y simulacros. Sobre el devenir trágico de la escritura literaria, Vaso Roto Ediciones.]

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