Yo también leí el sábado 23 el artículo de Paul Krugman titulado La depresión menor. Así que ayer, mientras leía en Babelia “Sillón de orejas” me pillé asintiendo a las reflexiones con las que se abre el artículo de MRR: cierto es: nos ha fecundado, una vez más, la semilla apocalíptica.
Y paso de lo internacional a lo nacional para aterrizar en lo local. Me refiero a
Y no asocien este empeño mío, por favor, con esa corriente que como indican las listas de libros más vendidos de nuestro país se extiende como los piojos en los patios de recreo, a saber: el byrnesecreto divulgado de la ley de la atracción. Esto no va de mensajes-autoayuda.
Ah, que aún no lo pillan. No me extraña, ando espesa. Quiero hablar de
Nunca se vendieron más libros que en esta edición, nunca se abarrotó de ese modo la carpa de encuentros en sesión poética a la una de la madrugada del sábado 30 (yo estaba allí, doy fe y no fue ni mucho menos la mejor de todas), nunca una ubicación más hermosa: por la entrada se abre con su letrismo en blanco, dejando a la izquierda el olivo milenario, a la derecha el verdor de montaña gijonés, al fondo, tras la explanada de pechitos blancos, la noria, el campus y la torre del reloj de
Que el rumor semanero rojo, los afanes de Taibo, el discurso negro de escritores y lectores no interesen a los que ahora mandan, nadie lo niega. Que nadie niegue tampoco el Gijón reactivo; ni su modo de ser; ni su esencia. Ninguno de ellos querrá pasar a la historia de esta ciudad por haber tomado la decisión de su cierre. No la alentemos, no la extendamos, no la creemos ni la creamos; en resumen, no se lo pongamos fácil.
Gijón dio
Ninguna de esas “siete novias” se llevará al chico menudo cosido en el batiburrillo de barrio, horas de cómic, novela de género, escritores a pie de calle, supermercado de libros, pollos Kiki, feriantes, nubes de algodón rosa, veranos otoñales, mojitos adulterados, gitanas “regalando” romero de la suerte a cambio de una voluntad impuesta… El movimiento debe tener fe. No volvamos a empezar. No les demos ese gusto. No hagamos el trabajo sucio: no digamos que el niño es malo e inútil.
Aquí lo dejo escrito: con la que está cayendo y el 20N (tiene retranca la fecha zapatera) asomando las fauces, no deberíamos permitirnos derrotas propias; ahora no.
Me niego a ir de procesión, ponerme peineta, bajar la falda a la geometría exterior de las rodillas, llevar a mis hijos a golf y vela, tararear canciones de Paquita la del Barrio y contarles a mis alumnos que hubo una vez una semana, que acabó de una forma muy negra, donde los escritores leían, contaban, reían, contagiaban, versificaban; y hasta cocinaban tortillas e improvisaban tangos…
Que no me da la gana, jolines.
Ah, confieso que he "comprado" romero a la gitana. Por si las moscas. Solo por si las moscas. Que haberlas haylas, "Y no sabes, hijo, con qué poca sabiduría se gobierna el mundo".
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