viernes, 16 de septiembre de 2011

Las bicicletas o las musas modernas


¿Cuál es el problema para que las bicicletas no puedan circular por el Muro de la playa San Lorenzo de Gijón?

Existe una ordenanza municipal que prohíbe, a riesgo de sanción, que se circule de este modo por la ciudad. Porque descongestiona el tráfico, no arroja a nuestro planeta más dosis de CO2, ni produce residudos, evita la contaminación acústica, previene la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, rebaja los niveles de ansiedad, no agrede el paisaje, es un medio económico, alegra las ciudades, provoca un subidón de endorfinas y una sensación de libertad al que va montado en ellas, pone hermosas las nalgas y modela las piernas…

No. La bicicleta en la ciudad tiene tufillo de modernidad, de planteamientos urbanísticos abiertos, de ecos europeos. Y no es vehículo para la carretera, como los mecheros y las cerillas no se activan en las gasolineras.

Si usa la bicicleta por las aceras será sancionado: palabra de gobierno municipal. Excusa: problemas de cohabitación. Nadie dijo que la convivencia entre peatones y ciclistas fuera fácil, la práctica de esa palabra nunca lo es. Exige sentido común, respeto, generosidad y pedagogía.

Y ahí llegamos. A la educación que cotiza a la baja. Un país avanza si sus habitantes lo hacen: les abre mundos nuevos, les adiestra la mente, les fomenta la curiosidad. El embrutecimiento te permite darle un tortazo a tu compañera porque es solo tuya, escupir en los autobuses, emplastecer la calle de heces al grito de “Aguas mayores van”.

El caldo de cultivo está en hervor, el laboratorio del recorte en las manos de los azuzados por los que han dejado de ingresar tanto y se cobran el peaje de haber financiado los sillones impregnados del poder, la perversión del idioma fijándose cual costra en los voceros, esa que permite entender que los profesores privilegiados no quieren trabajar más, cuando lo que ocurre es un laminado constante de un sistema de educación pública (al hacinar a los alumnos en las aulas, no contratar docentes, no invertir en programas de lecto-escritura, cargarse materias nutricias como la filosofía o las lenguas clásicas con su cultura y un largo etcétera; eso sí: todo lo que queda a poder ser en inglés que cotiza mucho, queda snob y nos acerca a Europa, ¿a qué Europa? No a la Europa de voluntad política ecológica, audacias urbanísticas persiguiendo una ciudad a dos ruedas o resultados exitosos en habilidades lingüísticas y matemáticas; quita, quita, que igual huele a rojo). No hace falta que nos eduquen para la ciudadanía, sino que nos eduquen por acumulación: una persona formada, curiosa, enriquecida por el saber, ya es consciente de que no debe atropellar en bicicleta a las niñas, ancianos, maratonianas y demás bestiario ciudadano, que no debe invadir espacios, ni intimidar funestamente al viandante; igual que está mal violentar de palabra u acción al niño, la cónyuge o a la vecina porque pega portazos a las cuatro y media de la madrugada. Claro que hace falta pedagogía para la convivencia en general pues de eso se trata: la ciudad es de todos, no obstante el arte de enseñar cuesta dinero y no da beneficios en bolsa. Hay que recortar (la crisis, su crisis, esta estéril crisis) e ingresar en el arca pública: impuestos y multas.

Pagaré mis impuestos mientras me sigo acercando a las listas del paro: es que soy profesora. Y pagaré las multas con que me irán asfixiando por negarme a coger el coche, por mi pequeña pasión de llegar en bicicleta al instituto de buen humor, practicando mi vocación y con energía para dar y repartir en el aula hacinada. Y como siempre iré despacio cuando el Muro esté concurrido, respetaré a los que caminan, me bajaré del vehículo cuando la estrechez dé prioridad al peatón: justo como vengo haciendo a lo largo de veinte años utilizando este medio de transporte por una ciudad que también es mía. Pese a que un nuevo (¿o ya de tan viejo es rancio?) modelo de gestión empieza a masticarla con sus fauces.

Ah y que sepan que se congela la oferta pública salvo treinta plazas de policía municipal para el ayuntamiento de Gijón. Digo yo que pagadadas con el excedente que generarán las penalizaciones a los ciclistas. ¡Por Tutatis!

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